martes, 27 de octubre de 2009

Acerca de la calle y la amistad [sobre Cómo hacer el amor en las calles para Victoria y Rolanda]

Cómo hacer el amor en los parques es un libro de Nicolás Casullo (Q.E.P.D), un gran pensador argentino contemporáneo que vivió en México exiliado unos años. En ese texto trata un poco de la juventud como espacio de búsqueda, de apropiación de los espacios públicos, de (algunos de) los idearios propiamente juveniles y propiamente revolucionarios...

Es que l@s jóvenes no son rebeldes, tan sólo quieren otra cosa. Algun@s tienen más claro que otr@ qué quieren o al menos qué no quieren, pero casi todos los jóvenes son, casi por condición natural, soñadores y revolucionarios...


Yo trabajo, estudio con y sobre los jóvenes. Todavía me siento así, aunque, confieso, ahora prefiero tomarme un vinito en una casa cálida y cómoda antes que en la calle. Pero que lo hice lo hice. Obvio. Eso y mucho más, je.

Yo estudio las ciudades y su dinámica y acá, “el Defectuoso”, es una cosa gigante y complejísma. Resulta que el otro día yo paseaba por las calles de la Condesa (tipo Palermo Hollywood o Soho, ponele) y por la Roma (tipo San Telmo, ponele) y notaba que a las calles en esta ciudad no son tan frescas ni espontáneas y me aterraba pensar que en la era Macri-mano-dura las de mi Buenos Aires querido ya deben estar igual de desiguales, igual de fragmentadas, igual de jodidamente exclusivas, igual de marginadas.

Me puse a pensar en que aquí en el Defectuoso nadie hace el amor en la calle. Aquí nadie anda buscando una historia en cada esquina, nadie busca el amor en lo espontáneo: todo el mundo busca su plan de vida y pareja cómoda en el trabajo, en la facultad, en los amigos de los amigos... Todo el mundo insiste en que la calle está peligrosa y que “los pibes-los chavos son todos unos delincuentes, unos malvivientes”... ¿Quién se anima a apropiarse tanto del espacio público, gratuito y popular, como para coger en la calle?

Y de golpe me acordó de mi amiga A. cuando la encontró una patrulla en pleno-plenísimo-y-ardiente-pornográfico-acto-sexual ahí bien cerquita de las vías del tren, allá por la estación Flores... La muchacha, muy propia y nada arrepentida, ninguna delincuente, muy humildemente, desnuda y vulnerable le gritó al policía: "Oficial, no sea imprudente y dése vuelta y espere a que me vista. En seguida lo atiendo." El policía, muy propio también, se dio vuelta y esperó a que la muchacha se vistiera y que el muchacho también hiciera lo propio, y luego se los llevó a pasar la noche en el calabozo. Eso sí: lo puso es celdas separadas. Y con esta anécdota me puse a pensar en los delitos, en qué está bien y qué está mal, en que qué bueno que ahora se puede consumir marihuana libremente en la Ciudad de Buenos Aires y que qué cagada que se la agarren con mi amiga y su chico, que qué cagada que acá en México no se puede beber en la calle ni siquiera en un carnaval, que siempre los peores delincuentes son los que deciden quiénes son delincuentes, cuándo, cómo y qué es delito… y así nos vamos quedando sin libertades...

Acá en el D. F. obvio que no se puede coger en la calle. Ni tampoco beber. Es que l@s mexican@s son muy pero muy borrachos, cuando de alcohol se habla acá no existen los límites. Así como les decía que antes a mi me gustaba tomarme alguna botella de vino en alguna plaza, acá eso es imposible: nunca sería “una” botella de vino, serían al menos dos o tres botellas de tequila, y sus consecuencias, piensen que la gente aquí es mucho más tímida y recatada pero con el alcohol se transforma… Imagínense.

Y claro que tampoco se puede hace el amor en la calle. Algunos jóvenes estudiantes “dicen” que se van a Ciudad Universitaria, en la Universidad Nacional Autónoma de México, el espacio “juvenil” por excelencia de toda la ciudad y casi casi del país… Parece que como ese lugar es un campus hermoso y gigante y tiene, además, una reserva ecológica inmensa -y como es “autónomo” no puede entrar la policía- es un espacio propicio para, literalmente, hacer lo que se te dé la gana. Yo encontré a much@s jóvenes bebiendo y fumando marihuana, pero de sexo ni rastro… Qué se yo.

Al lado de mi casa, en una colonia-barro popular, hay un callejón sin salida y siempre hay coches detenidos con parejas dentro haciendo quién sabe qué cosa: el telo gratis, como le dicen. Parece que el ajetreo se da en un auto, pero en la calle ni idea…

Y acá no se puede llorar en la calle, eso es de locos. Yo no sé si sea cierto eso de que los argentinos somos bien melancólicos, pero algo de eso hay… Nos apropiamos de la calle para pasarla bien y también para pasarla mal, para deprimirnos un poco. Ayer, como toda mujer triste y con el corazón roto, en lugar de subirme al metro-subte para volverme a casa decidí caminar…Caminar y caminar y ya… [Díganme si existe algo más hermoso y efectivo que caminar sin rumbo y al pedo para quitarse la angustia de encima…] Y empecé a caminar por Coyoacán (tipo Recoleta, ponele) y de golpe se me cerró el estómago y me puse a llorar a los gritos y con congoja… Y todo el mundo me miraba como si estuviera loca. Acá las chicas lloran en sus casas, solitas, encerradas… De golpe me puse a pensar en que acá la gente tampoco camina sin rumbo, no pierde el tiempo a lo bobo con sensiblerías, eso sólo en una cantina y con mucho tequila de por medio…

Y me puse a pensar en las chicas de acá, en las mexicanas, en sus mundos, en sus prácticas: si hubiera estado en Buenos Aires hubiera llamado a una amiga para que me acompañara a caminar y a charlar-platicar y a llorar un poco conmigo. Si yo fuera mexicana creo que hubiera llamado a una amiga para emborracharme. O tal vez ni eso. Tal vez me hubiera aguantado las lágrimas hasta llegar a casa y seguro que al llegar la llamaba a mi mamá.

Acá la amistad y la calle se viven de formas muy distintas. Ninguna es mejor, tan sólo somos distintos. Lo que sí es cierto es que los amigos están para compartir la vida, cada uno como quiera, y la calle está para vivirla, para soñarla, para perderse, para transitarla, para todo lo que cada un@ quiera…


2 comentarios:

Ulises dijo...

la maldita inseguridad nos vuelve mas inseguros y vulnerables... salgamos a la calle ahora

Unknown dijo...

orale no sabia q tenias blog, conoci a la hija del autor de ese libro que mencionas en una obra de teatro alla en mi estadia por Buenos Aires, la obra era una autobiografia de varios chavos que se llamaba "Mi vida despues" curiosamente esta chica, hablaba sobre el exilio de sus padres en Mexico, raras coincidencias... Saludos!