martes, 5 de mayo de 2009

Carta pública a Don Oliverio Girondo

Querido y estimadísimo Oliverio (qué lindo nombre que le dieron, eh...) donde-quiera-que-esté:

Escucheme una cosa ¿Sabe qué? Resulta que yo también estoy cansada.

También estoy cansada de usar un solo brazo, sí, porque todavía no se tipear muy bien con las dos manos y el mouse sólo lo sé conducir con la derecha...

También estoy cansada de
este frío esqueleto
tan púdico
tan casto
que cuando se desnude
no sabré si es el mismo
que usé mientras vivía

Y eso que usted era hombre... Imagínese
Yo también estoy cansada de este rabo hipócrita degenerado y también quisiera tener unos pechos de magnolia en flor, frescos, recién salidos, nuevitos...

Pero sobre todo, y en esto creo que nos entendemos muy bien, también estoy cansada, sobre todo, de estar siempre conmigo.

Sin embargo, no recuerdo cuándo usted escribió esto, pero supongo que no había ningún brote de Influenza Porcina-primero-humana-después... Y seguramente podía ir al cine, al teatro, a pasear y tomar aire fresco sin taparse la boca para no contagiar a nadie...

Ahora, en cambio, yo ando cansada en mi casa, sola, en fin... ¿Quiere que entre en detalles? Y ahora, además, tenemos una sputza bárbara, un vómito infinito y pestilente de información que nos llega desde una pantalla plana-en-algunos-casos, un ratón de plástico y un teclado, la misma que estoy leyendo en este momento mientras me canso, me aburro, me aturdo, me harto, me recontra harto, me pierdo...

Y es entonces cuando pienso que quisiera vivir, unos meses, dentro de una piedra...

Le mando un abrazo grande y gracias por haber escrito tan bonitas y horribles cositas.





1 comentario:

Isil dijo...

que lindo huirse